¡El que quiere puede!
En ocasiones los padres de familia y la sociedad no están de acuerdo con el trabajo infantil, y claramente hay muchos puntos de vista a analizar en este tipo de situación. En este pequeño escrito quiero dar a conocer un poco de lo que he vivido, cada lector sacará sus propias conclusiones al final de la lectura.
Para nadie es un secreto que en el campo colombiano las familias son trabajadoras sin importar las edades de los miembros que la conforman, desde el más chico hasta el más adulto tiene sus responsabilidades en el hogar, es algo muy bonito y que hace de los campesinos unas personas dignas de admirar para muchos.
Cuando pequeño, mi mamá me envió a vivir con mis abuelos Doña Resurrección y Don Gonzalo a Boyacá, en una vereda llamada Sorca Arriba perteneciente al municipio de Nuevo Colón - Provincia de Marqués. Allí hice prácticamente toda mi educación de la primaria en la escuela con la que cuenta la vereda, en esta escuela, solo hay hasta grado quinto de primaria.
Mientras viví en Sorca aprendí sin saberlo aspectos que me formarían a nivel profesional y personal, en la escuela siempre se ha estudiado modalidad de jornada completa, así que bueno, casi que pasábamos todo el día en la escuela, me encantaba estar allí, todo lo mucho o poco que nos podían dar, nos tocaba ganárnoslo a pulso.
Recuerdo que solo había como dos computadores, así que solo quienes teníamos mejor desempeño muchas veces éramos quienes podíamos usarlos, luego de un tiempo ya los más grandes podíamos hacer uso de ellos sin importar las notas.
Recuerdo que gracias a un par de dibujos que hice (Aún creo que los guardo), para un concurso que estaban haciendo, no sé si era por parte de la alcaldía o directamente de la escuela, pero la cuestión fue que gracias a esos dibujos conocí por primera vez un parque de diversiones, en total, me gané tres viajes a Bogotá hasta donde recuerdo, dos para disfrutar del parte de atracciones Mundo Aventura y uno para Salitre Mágico.
Esa fue mi primera experiencia en la que sentí que lo que hacía valía la pena, mis abuelos siempre estuvieron ahí apoyándome emocionalmente, sin embargo, en cuanto al ámbito académico, no tenía a nadie más que me ayudara, en la misma escuela alcancé a estudiar con 3 tíos; ellos iban un año adelante de mi. Así que bueno, de alguna manera teníamos que ayudarnos entre nosotros mismos.
Los fines de semana eran para ayudar a trabajar en lo que pudiésemos, bien sea en la casa o donde los vecinos, por cierto, un saludo especial para toda la comunidad bella de Sorca. Recuerdo que con mi tío Miguel, hacíamos competencias para barbechar la tierra ahí en la finca de mis abuelos, era la manera de entretenernos y sacarle el lado bueno al asunto.
Mi abuelo recuerdo que le gustaba elaborar abono orgánico, así que cuando había ganado, debíamos recoger el estiércol seco de las reses y llevarlo hasta el lugar donde él lo elaboraba, y sí, también jugábamos con el estiércol de las reses, jugábamos a darnos 'pastelazos' jajajaja nunca lo olvidaré.
Un vecino nos daba algunas veces trabajo, nos contrataba para labores sencillas, por ejemplo, recolectar curuba, ciruelos jajaja nos comíamos algunos, en fin, eran labores por este estilo, que no demandaban mucho esfuerzo, pero que siempre nos costaba cargar las canastillas llenas cuando debíamos acercarlas a donde las cargaría el camión.
Desde ese entonces, empecé a saber lo que era tener dinero propio, pero eso no me dejó apartarme de lo que continuaba siendo importante para mi, la escuela, en ella siempre daba lo mejor de mí para estar siempre en los primeros puestos, haciendo mis tareas con disciplina y dedicación, me llevaba muy bien con mis profes, a excepción de uno al que no quería mucho, pero que, de alguna manera, sus metodologías hicieron que aprendiera las tablas de multiplicar en tercer año a como diera lugar.
El poco dinero que lograba recolectar en los trabajos que hacía, lo tomaba siempre para darme mis 'gusticos', al salir de la escuela, me compraba un refresco, un pan de $200 y $500 de salchichón; ese era un deleite para mi, también de vez en cuando le llevaba salchichón a mi abuelo ya que también le gusta muchísimo. No me hablaba con muchos de mis compañeros, en realidad ahora que analizo mi vida en el retrovisor, siento que mis amistades han sido pocas pero bien seleccionadas, mis compañeros siempre me hacían el 'feo', nunca supe el por qué.
Pasaron los años, mi mamá me trajo de regreso a la ciudad cuando estaba cursando grado segundo, por cuestiones de políticas al colegio al que me inscribieron no me aceptaron en grado tercero por la edad que tenía, así que tuve que repetir dos años, cuando iba a pasar a grado tercero por segunda vez, mi mamá me volvió a enviar a Boyacá con mis abuelos, allí terminé mi primaria un saludo a las profes que aún hoy día las aprecio mucho Nelly, Blanca y Clariza.
Al llegar a Bogotá en el año 2010 ingresé a un colegio publico ubicado en la localidad 11 de Bogotá, no fue muy agradable llegar y no conocer a nadie, sé que a muchos nos da el mismo sentimiento en este tipo de situaciones, sin embargo, los primeros años fui muy introvertido, casi no hablaba con nadie, me centré en mis estudios, a tal punto de llegar a ocupar el primer lugar de todo el colegio en grado octavo.
En el año 2011 si mal no recuerdo, empecé a trabajar como caddie de tennis los fines de semana en un club ubicado en la vía suba-cota, esto ocurrió gracias a que luego de solicitar una ayuda monetaria a mi papá, él no me la dio, en su lugar, me dio un número de contacto de aquel club al cual me dirigí con mi hoja de vida, mi fotocopia del documento y un permiso de mi mamá que me autorizaba a trabajar, ya se imaginarán lo 'amplia' que era mi hoja de vida con tan solo 11-12 años jajajaja.
Recuerdo que ese día al llegar al club, iban a ser eso de las 06:00 de la mañana, me fui dispuesto a que me aceptarían para empezar a trabajar, así que iba con una sudadera vieja que mi mamá me había comprado hace ya tiempo atrás; al momento de entrar, el caddie master de su momento me recibió los papeles, me hizo un par de preguntas, respondí y luego de un par de horas, conocí al contacto que me había dado mi papá (quien ya en ese entonces llevaba viviendo un par de años en Panamá). En efecto, ese día me dejaron ver cómo sería la labor que realizaría, estuve viendo unos dos o tres partidos de tennis en los campos que había caddie, a eso de las 10:00 am, el caddie master (jefe) me solicitó en recepción, donde me dijo que empezaría con mi primer turno (ese día solo me hice ese turno) pero al menos recuperé lo de los transportes y me quedó para un juguito (fueron como $7.000 pesos m/cte.)
Luego de haber charlado con el profesor que me recomendó mi papá y con el caddie master, llegamos al acuerdo de que empezaría a trabajar desde el siguiente día como un caddie normal, debía llegar al club antes de las 05:30 de la mañana y tener listo mi campo de tennis antes de las 06:00 am; y así fue que empezó una larga travesía que nunca pensé que iba a vivir.
En el colegio seguía ocupando los primeros puestos, muy rara vez bajé del primer puesto, fui el representante de curso en grado sexto, séptimo y octavo; al llegar a grado noveno, ya había desarrollado más confianza en mi mismo, gracias a un amigo que se llama Harold Santos, en el año 2013 decidí lanzarme al cargo de contralor estudiantil, votaciones en las cuales fui elegido por voto popular, una experiencia inolvidable, en grado décimo fui cabildante estudiantil representando a la localidad de suba y en grado undécimo me postulé como personero estudiantil, ganando el cargo por votación popular.
Durante mi bachillerato además de realizar las funciones académicas, debía también ser responsable con el cargo que tenía, asistir a reuniones, crear proyectos y defender los derechos de mis compañeros. En esos 6 años tuve 3 empleos, en el club que queda vía suba-cota trabajé hasta principios de 2013, como vi que me estaba empezando a ir mal en el colegio, decidí retirarme, además que el caddie master había cambiado y era una persona con la cual no simpatizaba mucho.
A mitad de 2013 empecé a verme obligado a conseguir nuevamente empleo, pero ni modos de regresar al club, con ayuda de una profe a la cual hoy día sigo adorando con todo mi ser logré entrar a trabajar a un nuevo club, allí empecé a crecer profesionalmente, ya que no solo era caddie de tennis, sino que aprendí a arbitrar y de paso en algunas ocasiones logré que me dejaran dar un par de clases a niños y adultos.
En el año 2014 (con tan solo 16 años de edad) hubo un momento en el que tuve que tener dos trabajos al mismo tiempo los fines de semana, en la mañana y parte de la tarde trabajaba en el club y en las tardes logré conseguir trabajo como mesero en un negocio de comidas rápidas, fue algo difícil al principio, se me cruzaban las ordenes, se me caían algunas bandejas, los clientes me gritaban, etc... mi mamá para esa fecha quedó sin empleo, así que logré hablar con el dueño del local y aceptó a mi mamá para que trabajara en el área de cocina, posteriormente otra tía también quedó sin empleo y también logramos con mi mamá que la aceptaran allí.
La relación con todo el equipo era muy agradable, nos la llevábamos muy bien, llegó un punto en el que sentía que iba a reventar así que decidí por mi salud tanto física como mental retirarme del restaurante, mi mamá quedó un poco más de tiempo mientras logró conseguir algo más estable.
Tuve algunos problemas con las directivas mientras cursaba grado undécimo, a tal punto que casi no me entregan mi diploma de bachiller; pero bueno, no viene al caso. En este ultimo año escolar, siendo personero y gracias a la ayuda de dos personas Pilar y Angélica, de la secretaría de educación de un proyecto que en su momento se llamaba INCITAR logramos sacar un proyecto a flote que había empezado a elaborar cuando fui contralor estudiantil, el proyecto llevaba por nombre 'Proyecto Popular de Arte y Danza' en la cual habríamos espacios en los que los chicos pudieran aprovechar mejor su tiempo libre, fue una experiencia muy gratificante, que me costó varias noches de desvelo, redactando el proyecto y haciendo las respectivas correcciones que me solicitaban Pilar y Angélica (hice otras actividades siendo personero pero la que más destaco es esta).
Al graduarme lo hice con el título de mejor bachiller académico de la jornada en la que estudiaba, gracias al apoyo de mis docentes y sin importar los inconvenientes tenidos con las directivas.
De pronto hasta este punto, amigo lector tenga muchas preguntas o aspectos que lo dejaron con ganas de saber más o quizá también le pudo haber parecido algo aburrido; sin embargo, quiero que comprenda que es una situación que quise contar, por si hay más niños que estén pasando por la misma situación que yo viví.
Hasta este punto no he hablado mucho de mi familia; desde que llegué a Bogotá en el 2010 he vivido con mi mamá y mi hermana menor, la vida de mi mamá se presta para una historia completamente aparte ya que tiene muchos, muchos cuentos por contar.
Mi hermana más que cualquier otra persona en el mundo además de mis abuelos maternos, se han convertido en mi motor de vida, es gracioso, porque yo no quería tener hermanos, cuando mi mamá me trajo de regreso a Bogotá la primera vez, era porque estaba embarazada, durante los primeros años tuve que cuidarla, le cambiaba los pañales, le calentaba los teteros, la arrullaba cuando lloraba, la llevaba a la casa donde la cuidaba una señora o en ocasiones la señora iba a recogerla, entre otras muchas cosas más que tuve que pasar con mi hermana, mi familia y las personas que me conocen desde chico puede dar fe de ello.
Al momento de yo llegar por segunda vez, fue más complejo, porque además de rendir académicamente, rendir en el trabajo, responder adecuadamente en los cargos populares que había sido elegido; debía responder con las labores de la casa, ya que mi mamá trabajaba en el sector de las flores (cultivo, etc..) las personas que trabajan o han trabajado en esto, saben que se manejan unos horarios demasiado garrafales.
Durante éstos años atrás aprendí muchas lecciones importantes, entre algunas de ellas, fueron, por más que trabajes, si no sabes manejar tu dinero, te vas a quedar estancado; la disciplina y la responsabilidad pueden hacer que logres cualquier cosa que te propongas y por último, y la mas importante para mi, es, todo lo que hagas, hazlo siempre con amor.
Luego de salir de grado once, yo tenía muchas esperanzas de ganarme una beca por parte del Gobierno para estudiar una carrera universitaria, lastimosamente mi promedio del ICFES no alcanzó para tal beca, gracias a un lindo gesto que tuvo Pilar, sí, la misma chica del proyecto INCITAR, quien me regaló un PIN para presentar el examen de ingreso a la Nacional, tuve otra esperanza, el colegio también me iba a donar una, pero al ya tener la que me había dado Pilar tuve que rechazarlo y que en su lugar se lo dieran a alguno de mis compañeros; lastimosamente tampoco pasé el examen, por un porcentaje muy bajo estuve a punto de alcanzarlo, en su momento, al recibir los resultados, sentí una frustración horrible conmigo mismo.
Gracias a lo vivido en el bachillerato como contralor, cabildante y personero estudiantil, aprendí que siempre es bueno tener plan A, B y C, así que, mi última opción, fue aplicar a un programa de formación técnica del SENA. Programa al cual logré pasar y finalmente certificarme como Técnico en Asistencia Administrativa.
Como les venía comentando, luego de que salí de once, además de pasar lo que describí anteriormente, también continúe trabajando, apenas empezó enero del 2016 (aún siendo menor de edad) empecé a trabajar como asesor comercial de una agencia de viajes pequeña ahí en Suba, solamente duré como tres meses y luego tuve que renunciar, la paga era muy mala y vi que no era lo mío; así que gracias a la oportunidad de un primo que tiene una empresa, empecé a trabajar como asistente de gerencia, allí hacía de todo, mi mamá quedaba sorprendida de ver todo lo que debía hacer, con decirles, que yo era la única persona administrativa con la que él contaba, además de la contadora que si era contratada externa.
Dentro de lo que hacía allí básicamente era, facturación, elaboración de nómina, liquidación y pago de parafiscales, manejo de caja menor, pago de nóminas, tuve que empezar a implementar el SG-SST, realizaba las afiliaciones, contrataciones, entre otras... Fue una experiencia, muy pero muy enriquecedora, el sueldo no era muy bueno que digamos, ganaba $700.000 m/cte. mensuales, sin parafiscales ni nada de ley, por lo que era menor de edad con solo 17 años, y no contaba con un permiso del ministerio de trabajo que me certificara que podía trabajar.
En todo lo que trabajé durante estos años atrás, no invertí en mi, despilfarré mucha plata en tonterías, mucho de ese dinero, lo gasté en licor, desde muy pequeño me ha gustado la cerveza, el dinero que ganaba, lo gastaba por ejemplo, en mis útiles escolares, fotocopias, café internet, zapatos para el colegio y el trabajo, ropa para ir a trabajar, cuando hacía falta algo para la comida del día yo iba y lo compraba de mi dinero, en cosas así por el estilo, algunas de esas cosas no fue despilfarrado el dinero, pero en cuanto al licor, sé que sí fue así; ya que al llegar a finales del año 2016 no tenía ahorrado un solo peso.
Duré trabajando con mi primo aproximadamente siete meses y también decidí retirarme por cuestiones personales y por acuerdos que no se cumplieron, debido que me encontraba estudiando el técnico en el SENA, al momento de realizar las prácticas, decidí realizarlas en una nueva empresa, al momento de retirarme de la empresa de mi primo, no había logrado conseguir nada, presenté como 8 o 10 entrevistas; así que decidí irme unos días para donde mis abuelos en Boyacá, estando allí recibí la llamada menos esperada que sin pensarlo, fue la llamada que cambió muchas cosas en mi vida a manera positiva en el tiempo y lugar menos pensado.
Esta historia continuará...
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